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  • Berlitch muestra c mo la negativa h ngara a las

    2019-04-28

    Berlitch muestra cómo la negativa húngara galanin las demandas de derechos colectivos ha llevado a que los movimientos nacionalistas de los pueblos sometidos terminaran en la ilegalidad y la persecución a manos de los supuestos revolucionarios. Asimismo, la negativa del Estado húngaro para pensarse en términos plurinacionales ha permitido que esas demandas étnico-sociales fueran aprovechadas por la reacción austriaca. La conclusión queda implícita, pero parece clara: los pueblos marginales sobrevivirán pese a todo, y mantendrán sus reivindicaciones, que son justas; el triunfo de la revolución mundial sólo puede darse a condición de ir más allá del liberalismo colonial, que sólo concibe derechos individuales y estados homogéneos. En números sucesivos de La Tribune des Peuples, un conjunto de textos anónimos profundizarán en esos temas desde perspectivas distintas; de ellos, destaca uno que retoma la discusión de Berlitch para explicar por qué, entre los croatas, el “socialismo” debe tener un sentido distinto. Para terminar esta revisión de los contextos intelectuales que pudieron influir en el cambio de dirección de la obra de Bilbao, hablaremos de los intelectuales rusos, quienes tienen el mérito de haber planteado este tema con fuerza decisiva. Entre ellos está Nikolai Sazonov, quien publica un par de artículos con el seudónimo de “Iwan Woinof ” (o “Woinoff ”). Junto a Herzen, Golovin, Ogarev y Bakunin, Sazonov forma parte de la bohemia radical rusa en el exilio. Es muy importante su ensayo “De la Russie” publicado el 15 de marzo, en un espacio privilegiado del primer número del periódico. En él reaparece el tema planteado por La Sagra y seguido por los croatas: los radicales europeos hablan de Europa sin conocerla, y para el triunfo de la revolución es fundamental el conocimiento de Rusia, que es algo más que el pueblo cruel y reaccionario que imaginan los radicales. Sazonov recuerda el viejo debate sobre las fuentes del pensamiento revolucionario, y pasa lista a las fuentes propuestas por las diferentes escuelas: la Biblia y el cristianismo, la Revolución francesa y el mundo ilustrado, el republicanismo clásico, el pensamiento renacentista. Todas ellas han aportado algo importante en la construcción de los proyectos revolucionarios. Pero hay que añadir una fuente adicional: se trata de “el principio comunal” que anima la vida campesina rusa. Los campesinos pobres han vivido diversas rebeliones a lo largo de su historia, y se han visto obligados a soportar opresiones de distintos grupos: ello ha sido posible porque durante todo ese tiempo han conservado ese principio comunal, fuente de dignidad y escuela práctica de democracia. Sazonov está aludiendo a RNA polymerase dos instituciones comunitarias del mundo campesino, que volverán a aparecer en artículos posteriores: la obschina, que es el régimen de explotación y posesión colectiva de la tierra subsistente en las aldeas rusas, y el mir, que es la asamblea de los líderes de familia que decide el destino de cada aldea. A pesar de la servidumbre, que liga a los campesinos con sus señores, estas instituciones comunitarias se han mantenido como espacios autónomos respecto de las autoridades regionales: dentro de ellas se ha resguardado la gente pobre de Rusia; allí se ha educado en el arte de la discusión y la toma colectiva de decisiones: ellas son una fuente de valores morales de tipo libertario. Por ellas se explican las rebeliones y la sobrevivencia digna a pesar de la opresión de los señores feudales. Como señalaría un siglo después la intelectual boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, estas instituciones comunitarias tienen valor civilizatorio. De esta manera, las ideas de Sazonov apuntan hacia un socialismo agrarista basado en la recuperación de las potencialidades revolucionarias presentes en formas tradicionales de organización. Como diría Lamennais, no se trata de renegar del pasado, sino de recuperar su contenido revolucionario. Hay aludido aquí un debate colectivo que es importante resaltar. En buena medida, las ideas de Sazonov están basadas en planteamientos que por aquellos tiempos comenzaba a sistematizar su amigo Alexander Herzen (1812-1870), a quien ya citamos arriba. Estas ideas apuntan también hacia una posibilidad: no es necesario que el pueblo ruso pase por las mismas “etapas” de desarrollo que han pasado pueblos como Alemania, Inglaterra o Francia; el dilema que en Rusia ha dividido a los intelectuales entre “eslavófilos” y “occidentalistas” puede resolverse de manera inédita postulando un proyecto revolucionario que no occidentalice a Rusia, sino que recupere creativamente las potencialidades presentes en la vida social del pueblo pobre. De este tema, después de su exilio, Bilbao dirá que la fuerza revolucionaria de América viene de la “confluencia” de muchas historias que perviven debajo de la narrativa del progreso, y “germinan” en momentos inesperados gracias a la capacidad de rebelión de los pueblos. Se trata de recuperar la potencialidad revolucionaria de ese pasado negado, y de ayudarle a germinar.